miércoles, 16 de diciembre de 2009

Análisis y resumen sobre Aura de Carlos Fuentes

Empieza con una descripción de uno de los personajes importantes dentro de la historia, nos da a conocer como es el personaje, sus gustos, lo que ha hecho, como le gusta trabajar, lo que sabe “historiador cargado de datos inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares…” No sólo eso sino que también nos dice lo que hace todos los días, lo rutinario que es su vida y de una u otra forma nos da a entender que su vida le aburre y que busca un cambio, por eso se decide a buscar la casa donde le ofrecen trabajo.

El autor nos describe claramente como es la casa porque busca encerrar al lector en un ambiente sombrío en el que sea fácilmente creer lo que sucede en la historia. Nos da a conocer que las personas que en esa casa viven eran en tiempo pasados una familia de dinero y que con el tiempo ha ido decayendo su riqueza, pero se aferran a lo que solían ser sin importar que ya no tengan casi nada.

Presenta a otros personajes, la dueña de la casa que es una anciana y al personaje principal que es una muchacha bonita y que hasta cierto punto lo hipnotiza para acceder el trabajo y la condición de vivir con ella “podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflarse como una ola…”

Aura conduce a Felipe a su recamara y el trata de recordar el camino para poder llegar rápidamente a los cuartos en los que ha estado y los pasillos por los que tiene que pasar. Ve su cuarto y le agrada “el tapete de lana roja, los muros empapelados, oro y oliva, el sillón de terciopelo rojo…”

Aparte de que le agrada su cuarto a Felipe sirve para que el lector pueda ver, como lo dije antes, que eran una familia muy acomodad, pero con el tiempo su riqueza ha desaparecido por razones que no conocemos, pero sabemos que se he ido disminuyendo porque no le han dado mantenimiento a su casa.

También está la presentación indirecta del criado. La señorea Consuelo le da los documentos que Felipe tiene que leer. Un dato curioso de este capitulo son los gatos y los ratones, porque al parecer hay muchos gatos pero no están en donde se requieren porque los ratones están en el cuarto de la señora consuelo y no en la sala.

Felipe comienza a leer los documentos del general Llorente y cree que no tiene nada en especial porque lee lo que otros ya han dicho.

Empieza a haber cosas extrañas en la casa como el maullido de los gatos que no están dentro de la caso como parece en un principio sino que están en un patio al que no tiene alcance. Alguien encadenó a los gatos y los quemó.

Durante la cena pasan cosas aún más extrañas porque Aura hace lo mismo que la señora Consuelo “… detiene todo movimiento y, al mismo tiempo, Aura deja el cuchillo sobre el plato y permanece inmóvil y tú recuerdas que, una fracción de segundos antes, la señor Consuelo hizo lo mismo.”

Después de la cena, Felipe piensa que Aura está bajo el dominio de la señora Consuelo y quiere rescatarla, pero no se atreve. En esa mima noche Aura se entrega a Felipe diciéndole que el es su esposo, él sin poder pronunciar una sola palabra solo asiente con la cabeza.

Al día siguiente la señora Consuelo le entrega más documentos del general, Felipe los lee y ve que por primera vez el general menciona a la señora Consuelo, cuando se casan y otras cosas más “Un día la encontró abierta de piernas con la crinolina levantada por delante, martirizando a un gato…” esta parte me hace cree que la persona quien quemó a los gatos fue la misma señora Consuelo, pero ella está demasiado enferma como para poder moverse y hacerlo, así que no queda otra opción más que Aura. El autor conforme avanza el cuento nos va dando pistas, pequeños indicios para que lo que sigamos leyendo sea verosímil, con lo siguiente nos da más pistas: “Siempre vestida de verde. Siempre hermosa, incluso dentro de cien años” Curiosamente Aura siempre viste de verde.

Con el último folio que leyó Felipe cree que encontró el motivo por el cual vive Aura en esa casa, para perpetuar la belleza y la juventud de la anciana.

Felipe va a buscarla y la encuentra en la cocina degollando a un macho cabrío entonces va a buscar la señora consuelo para decirle que se va a llevar a Aura y se sorprende por lo que encuentra “…la ves con las manos en movimiento, extendidas en el aire: una mano extendida y apretada, como si realizara un esfuerzo para detener algo, la otra apretada en torno a un objeto de aire (…) lo veras claramente: como si despellejara a un bestia (…) Aura despelleja al chivo lentamente, absorta en su trabajo”

Con esta parte el autor encierra al lector cada vez más en un ambiente extraño donde cualquier casa puede ocurrir y le da más fuerza a la verosimilitud de su obra.

Felipe después de la cena visita en su cuarto a Aura tal y como habían acordado la noche anterior, primero bailan un Valls que conocen misteriosamente los dos y poco a poco vuelven amarse. Pero en esa noche Aura no es la mima joven de veinte años, sino que luce como si fuese mayor. Al día siguiente Felipe ve a la seora consuelo sentada en un sillón y cree que todo el tiempo estuvo ahí “…la señora Consuelo te sonríe, cabeceando, que te sonríe junto con Aura que mueve la cabeza al mismo tiempo que la vieja: la dos te sonríen, te agradecen.”

A lo largo de ese mismo día la señora Consuelo sale y se queda Aura en la casa. Felipe va al cuarto de la señora y recoge el último folio del general junto con unas fotografías que tenía, lo lee y se da por cuenta de todo, Aura y Consuelo son la misma persona, solo que Aura es Consuelo de joven. Al ver las fotografías distingue que el general Llorente y él son la misma persona, como si Felipe fuera su reencarnación. Abrumado por lo que descubrió de noche ve a Aura en el cuarto de la señora Consuelo y ve que ahora Aura es una anciana, que es Consuelo, siempre ha sido ella, a la misma que le juro amor eterno. Termina con la promesa de que Aura regresara “volverá Felipe, la traeremos juntos”

ANALISIS

En lo personal yo creo que la construcción de los escenarios facilita mucho para que el lector crea en la historia.

Para empezar el cafetín nos deja ver que el personaje de Felipe es una persona que vive sola y no le importaría mucho ir a vivir a otro lugar.

El escenario de la casa juega un papel muy importante, para empezar le costo trabajo dar con la casa, desde ahí nos da indicios de que en la historia va a suceder algo fantástico. Cuando Felipe entra en la casa y ve todo oscuro, el autor nos da más indicios de que cualquier cosa podría ocurrir ahí, porque no es común que personas vivan en ese lugar donde antes había opulencia y ahora está derruido, sin tener condiciones `para poder iluminarlo. El cuarto de Felipe está ahí, iluminado para poder creer que tiene un lugar donde leer claramente documentos que son viejos y por tal motivo difíciles de poder leer.

En relación con los personajes, yo considero que todos tienen su motivo en la realización de la historia, ninguno sobra, al contrario nos da pequeña ayuda para poder comprender mejor la historia y encerrarnos más en esa atmosfera de misterio.

Para mi el personaje principal es Aura porque, considero que las acciones que realizan los demás personajes giran en torno a ella, desde el anuncio del periódico que era para que acudiera Felipe a la casa y así reencontrarse hasta el descubrimiento de que Felipe es el general Llorente.

Aura es la abstracción física y mental de la juventud de la señora Consuelo. Gran parte de la historia gira en torno a el misterio de porque Aura y Consuelo hacen los mismos movimientos y el como consiguió su juventud.

Verdaderamente Aura es quien realiza todas las acciones, está a cargo de si misma tanto anciana como joven y es ella quien al momento de tener fuerzas trae de vuelta a su juventud. La personalidad de Aura ayuda mucho en la historia para que sea creíble el hecho de pueda hacer brujería, ya que es una persona un tanto excéntrica a quien no le causa molestia alguna lastimar o matar a los animales, por eso pudo martirizar al gato cuando el general vivía, quemar a los gatos cuando Felipe está viviendo en su casa, matar y desollar a chivo sin problema alguno para hacer su brujería.

Felipe es un personaje muy importante dentro de la trama de la historia porque es él quien descubre todos los misterios que envuelve la obra. Su personalidad de historiador ayuda a mucho a que sea él el personaje indicado a descubrir los misterios, ya que está acostumbrad a leer mucho en documentos antiguos y por tal motivo no le costaría trabajo leer los folios que le encargaron. Si en ves de ser historiador hubiera sido doctor, ingeniero o cualquier otra cosa, simple y sencillamente su personaje no hubiera sido creíble, porque necesita que sea curioso y que le guste leer mucho a la hora que sea y en el lugar que sea.

El personaje de la señora Consuelo también ayuda en la historia para que sea creíble todo lo que sucede y las acciones de los demás personajes, es darle un respaldo más a la historia. Aparte sin ella la historia caería, porque tanto ella como Aura y Felipe son personajes muy entrelazados que con la ausencia de alguno de ellos la trama se vendría abajo. La historia necesitaba de un personaje que presentara a Aura, a ella misma pero de joven, si solo se hubiera presentado Aura y que no existiera el personaje de Consuelo y se presentara sola Aura habrían muchas interrogantes sobre ella que seguramente quedarían sin respuesta.

Los personajes “indirectos” como lo son el criado, el general Llorente también son muy importantes y a ayudan en la verosimilitud de la historia. Para empezar el general Llorente debe de existir, su recuerdo, para que pueda entrar Felipe en escena, ya que sin las memorias del general, Felipe no tendría un porque existir en esa historia. Es muy importante la presencia del general para que se pueda desarrollar la historia y comprender porque la señora Consuelo tuvo tantas exigencias en el historiador que buscaba, porque solo Felipe era el indicado, no podía ser otro historiador, ya que el historiador requerido tenía las mismas cualidades que el general y por tal motivo es verosímil que Felipe sea su reencarnación.

Por otra parte el personaje del criado ayuda a que la historia sea aún más creíble, ayuda también al porque las acciones se realizan en esa casa y no en otra. Esto es porque Al tratarse de un barrio en la que vivían personas ricas por obvias razones debían de tener mayordomos, no hay persona rica que no tenga a alguien realizando las labores del hogar, por lo menos debe de haber una persona. Al tratarse de un lugar así que con el tiempo se volvió en una zona de comercios y de personas ricas que se hicieron pobres, las familias o la única familia que sigue viviendo ahí, se acostumbran a tener criados y aunque no puedan pagarlos los tiene porque todavía son necesarios.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Nuevas guerras.

-No lo puedo creer con tanta tecnología que tenemos, con tantos avances científicos que logramos, pero nunca nos preocupamos por el agua, y ahora no tenemos ni una gota para beber. –Exclamó un sujeto de veintidós años, con una mirada de preocupación.

-Oye, oye, oye, no culpes a la tecnología por esto, si no fuera por ella, no tendrías ese brazo y mucho menos que funcione.

-Él tiene razón, no es culpa de la tecnología, sino del egoísmo del hombre –Se puso de pie una hermosa jovencita de cabello castaño e ideas enmarañadas.

-Sea quien sea él que tenga la razón, no vamos a poder regresar en el tiempo ni advertirles de lo que les va a pasar a los hombres de los primeros años del dos mil, a nuestros abuelos. Ésta es nuestra situación, y ya no podremos hacer nada al respecto. –Protesto una fina voz desde un lugar oscuro.

Las tres personas que habían comenzado con la discusión, que estaban sentados alrededor del fuego en un cuarto cerrado, voltearon instintivamente al lugar de donde provenía la voz.

-¿Puedo acercarme con ustedes al fuego? Allá afuera empieza a hacer mucho frío, y eso que todavía no llega la noche.

-Claro –respondieron todos al unísono e hicieron un espacio para la mujer que se aproximaba.

Pasaban los minutos, uno tras otro, tras otro, muy, pero, muy despacio, pareciera que las manecillas del reloj no cambiaban, a pesar de que tuviera pilas. Nadie hablaba, por que no querían secar su garganta, sabiendo que no hay nada que tomar, sólo se veían uno al otro, con miradas penetrantes.

Intentaban retirarse y momentos después regresaban, por que no soportaban el frío, tampoco querían caminar, para no agotarse y sentir sed, sabían muy bien, que en el primer instante en que sintieran sed estaban perdidos. No había absolutamente ninguna gota de agua.

-¿Alguien quiere un poco de comida?... –preguntó la recién allegada al grupo –quizá el jugo de las manzanas nos repongan el agua que hemos perdido... –dirigió su mirada a todos –si sabemos racionarlas, nos podrán durar hasta el tiempo de lluvia.

No contestaban nada, todos se dirigían la mirada, pero sin decir nada, hasta que aceptaron y le dieron las gracias.

-¿Cómo te llamas?

-No creó que importe mucho mi nombre... pero si quieres saberlo... Lilia, ¿y tú?

-Antonio. Mucho gusto en conocerte –Le estrecho la mano mientras le daba una buena mordida a su manzana, quien le salpicaba con su dulce jugo la frente.

-Pronto ya ni van a haber manzanas, no va a haber nada, por el simple hecho de que ya se va a acabar el agua. –Mientras hablaba veía fijamente su manzana –Todo por culpa del hombre, quien con su tecnología no cuido el agua.

Eso es mentira, cuantas veces quieres que te lo repita. –Replicó el hombre delgado de lentes gruesos. –Cuanto más digas que por culpa de la tecnología se va a acabar el agua no quita el hecho de que tú tengas tu brazo y que si no fuera por ella tampoco estarías vivo.

-¡Preferiría estar muerto!, así ya no tendría que preocuparme por la falta de agua.

Todos volvieron a quedar callados por esta espontánea respuesta, pero nada ganaban con intentar matarlo, y mejor optaron por dejar de discutir. Después de unos instantes nuevamente Lilia interrumpió aquel desquiciante silencio que los envolvía.

-Oye Antonio, perdona mi pregunta, pero ¿qué te paso? ¿Por qué dicen eso?

-Veras... es una historia algo larga... pero... bueno al fin no tengo ya ningún lugar al cual ir: Hace unos años, en la fabrica donde trabajaba tuve un accidente, una fresadora cayó sobre mi brazo, haciéndolo trizas al instante, perdí mucha sangre, mis compañeros de trabajo me llevaron al hospital, no recuerdo como me llevaron, pues ya iba casi inconsciente cuando llegue... Bueno te voy a contar la versión corta; en fin, no me querían atender en el hospital por que no tenían bolsitas de sangre, de mi tipo, y mis compañeros tampoco eran compatibles, entonces llegó el científico-doctor –levanto su mano y apunto con el dedo al hombre que lo contradecía –Él llegó y les dijo a los doctores que el tenía un tipo de sangre y una prótesis, que todavía eran experimentales, pero que podrían servir. Me preguntaron si aceptaba ser conejillo de indias, en ese momento no quería morir, así que acepte.

-Esa sangre fue la salvación para varias personas –intervino el científico-doctor.

-Pero ahora es nuestra perdición.

-Cálmate Antonio. Doctor ¿de qué era esa sangre?

-Bien, como Antonio te iba diciendo, yo llegue a ese hospital con esa sangre, fue mera casualidad, yo iba de hospital en hospital pidiendo que experimentaran con mi invento, hasta que llegué a él pude llevarlo a cabo. Tiempo atrás mi esposa murió de desangramiento y en ningún hospital le pudieron hacer un transplante, eso fue lo que me llevó a experimentar. Esa sangre era una mezcla de glóbulos rojos con agua, mucha agua, pero tratada, por supuesto, primero la destilé, después le puse carbohidratos, vitaminas y un poco de glucosa, después la calenté un poco y la combiné con todos los tipos de sangre, el cuerpo la asimila y estimula al corazón a crear más sangre, se podría decir que es un estimulante para los ventrículos derecho e izquierdo y al miocardio. Su prótesis, que es de mi propia invención, también ocupa mucha agua, al no poder llegar sangre a la prótesis lo que lo mantiene en buen funcionamiento es agua.

-Eso es algo por lo que culpo a la tecnología de acabarse al agua, la utiliza indiscriminadamente.

-Pero la tecnología es lo que te mantiene vivo, a mí también. –Contestó la hermosa jovencita –No sabía quién creo esa sangre, pero me mantiene viva, a mi me hicieron una trasfusión sanguínea con eso. Si la tecnología no se hubiera acabado el agua, como tu afirmas, alguien más lo hubiera hecho... –tomó una pausa para suspirar. –Cuando había agua, todas las personas sin excepción la desperdiciaban, por que decían “Cuando se acabe el agua yo ya voy a estar muerto; así que, ¿de que me preocupo?” Esa actitud ahora nos está costando cara a todos y quizá, los que decían eso, todavía viven muriéndose de sed como nosotros, pagando su inconsciencia.

Minutos después las pocas personas que estaban en ese lugar se quedaron dormidos recapacitando en lo que había dicho la joven.

A uno de ellos lo despertó la sed, se sentó, abrió su mochila lo más lento que pudo para no despertar a nadie, sacó una botella, la destapó y tomó su líquido lentamente. Para su desgracia tosió, por la enfermedad que le aquejaba y todos despertaron, sorprendidos por ver que él era el único poseedor del vital líquido.

-Eres un maldito envidioso. –Gritaron al unísono, tratando de calmar su ira.

-Ahora sí la tecnología es la culpable de haberse acabado el agua.

-Yo no soy la tecnología, -replicó el científico-doctor –por lo tanto no la culpes.

-No la sigas defendiendo y dame esa botella, tengo mucha sed.

El científico se negó en darle su agua. Antonio completamente segado por la ira, se dejó ir sobre de él. Las mujeres intentaron detenerlos, pero nada podían hacer contra dos hombres salvajes que no saben compartir y racionar lo que poseen.

Antonio golpeó fuertemente al científico, él cual, por inercia, aventó lejos la botella, que al impactarse en el piso se rompió una parte de ella; las cuatro personas cuando se iban a dirigir frenéticamente por ella, se detuvieron al escuchar en el cielo algo que rompía el aire, un sin número de aviones de guerra, cien veces peores que los aviones stuka, en las alas llevaban la bandera del país natal, listos para enfrentarse contra otros hombres que tienen más agua.

Mientras tanto el agua de la botella se derramaba y desperdiciaba, muriendo poco a poco, llevándose consigo la vida en la tierra.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Pancha la taza rota

Había una vez hace mucho tiempo atrás, en un pequeño pueblo perdido en medio de un gran bosque, lleno de hermosos y diversos colores de flores. En ese peculiar lugar existía una casa con un techo de paja seca, paredes, piso y puerta de madera, poseedora de grandes ventanales.

Sus habitantes eran una pequeña familia muy común. Cada mañana salían todos los miembros de la familia a sus diversas actividades.

Una de sus cualidades de esta familia es que nunca se metían en problemas con nadie, ni en chismes, ni en nada, se podría decir que tenían una vida algo aburrida.

Pero lo que les pasa a ellos no es algo que sea de mucha importancia, si no de otro personaje que vivía en esa casa. Un personaje de cuerpo algo redondo, color blanco, sólo tenía una oreja y a medias, y por si fuera poco le rompieron la boca, respondía al nombre de Pancha la taza rota.

Cuando Pancha era joven, su dueña una señora chaparrita, güerita y gordita, la usaba mucho, pero al momento de lavarla se le resbalaba de sus pequeñas manos, y la pobre Pancha iba a dar al suelo. Cuando la levantaba, la enjuagaba, la ponía con los otros trastes y se retiraba, Pancha se empezaba a quejar.

--¡Ay!, ¡ay!, Me duele mucho mi regordete cuerpo.

Y un pequeño posillo de metal le contesto.

--No te preocupes a mi me ha tirado muchas veces, durante mis tiempos de frecuente uso y mírame sigo sano.

--Si pero tu no te rompes, –Le contestó tristemente Pancha— y yo si.

--¡Chín¡ no había pensado en eso. –contesto consternado el posillo.

Después de esa corta plática, pasaron muchos días y en esos días, Pancha fue a dar al piso muy frecuentemente y poco a poco fue perdiendo pedazos de oreja y boca.

Como era de suponerse Pancha siempre que la alzaban se quejaba y los otros trastes empezaban a aburrirse de escuchar siempre las quejas de esta pobre alma en pena, ya no sabían que consejos darle y sus respectivas paciencias comenzaban a agotarse.

Cierto día uno de los hijos de la señora, llegó a su casa, pero estaba harto, cansado y un tanto desesperado.

Normalmente ese hijo es de mucha paciencia, pero ese día estaba fastidiado, al parecer tuvo un día pesado y agitado, porque llego oliendo a chivo correteado.

La mamá lo vio y lo saludó, el se acerco a ella, por que en esos momentos la mamá estaba lavando los trates. Al acercarse el con una cara de pocos amigos la mamá se sorprendió mucho y le cuestionó.

--Ahora tu ¿qué traes?, ¿por qué llegas con esa carita?

El hijo en vez de contestarle de buen modo, se enoja más y le contestó mal, se dio media vuelta y se fue.

Por supuesto, la mamá que es muy enojona, al ver eso y escucharlo hablar así, se exaspero demasiado, inclusive el color claro de su piel paso a ser rojizo, le hecho una terrible mirada y sus lacios cabellos se pusieron de punta.

Por el mismo motivo se ofuscó y no pensó, le grito a su hijo, tomo a la pobre Pancha y al voltear el, le arroja a Pancha con gran fuerza, que al impactarse la boca del práctico utensilio en la frente de su hijo, hubo un sórdido sonido del golpe y aparte que se escucho el grito de sufrimiento de Pancha.

Por lo menos cuando el hijo fue a dar al piso por el terrible golpazo, alcanzo a detener a Pancha en el aire, antes de impactarse y fragmentarse en mil pedazos en el piso. Esto ocasionó que se rompiera menos, pero ya la pobre Pancha tenía toda la boca rota.

La señora se acercó al lugar de los hechos y recogió a Pancha de las terribles garras del enemigo. Al verla más rota dejó escuchar un gemido de profundo dolor.

--¡ohhhhhh!, no puede ser... –y después dijo—Pancha, mi pobre Panchita, estas más rotita, perdóname.

Volteó a ver a su hijo que apenas se levantaba del piso y le dijo:

--Ya vez lo que ocasionaste, la pobre Pancha esta más rota.

El hijo sólo guardo silencio, se quedo ahí un rato observando a Pancha y a su mamá, después se fue.

Al cabo de unos momentos, la señora enjuagó y guardó a la pobre taza.

Al día siguiente al anochecer, el señor, su esposo, le trajo una taza nueva, la señora le agradeció y la empezó a usar.

Al paso de los años, a la pobre Pancha por estar rota la fueron arrumbando, y se iba llenando de polvo, y ahora se quejaba por que ya no la usaban.

Después de otro largo tiempo Pancha observo que otro traste, que perdió completamente la oreja y que tenía un hoyo casi en el fondo, lo fueron arrumbando, como a ella.

Un día se decidió acercarse a aquel traste y le dijo:

--oye a ti ¿qué te paso?

Este traste volteo y Pancha lo reconoció, no se trataba más que de René el posillo, con quien ella había hablado hace ya muchos años atrás.

Al reconocerse mutuamente le contestó:

--A ti tan siquiera te aventaron contra una cabeza, a mi no.

--Y ¿entonces? –preguntó Pancha totalmente intrigada.

--Bueno... –contestó René—me iban a aventar contra una cabeza, pero se alcanzó a agachar mi objetivo y fui a dar contra un Roble, entonces fue cuando me rompí y despostille.

Al escuchar esto Pancha se entristeció, pero al observarse a ella misma y recordar que estaba arrumbada, se alegró, por que por fin iba atener un compañero del mismo dolor, que no se había hecho añicos.

Y así vivieron felices recordando sus momentos de cumbre, cuando frecuentemente se caían.

FIN.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Asesino serial

Es una noche más oscura que de lo normal, las calles no tienen alumbrado; está en total silencio, todo el mundo duerme, descansa para poder levantarse al día siguiente y así poder seguir con su monótona vida.

En una esquina, una masa inerte, no tiene nada de forma, podría ser un perro echado, una bolsa de basura, un vago, un muerto, cualquier cosa, por eso, el oficial se acerca para averiguar de que se trata, últimamente han habido muchos homicidios, parece que un asesino serial ha aparecido en esta ciudad, en la que ya no se puede reposar tranquilo.

El oficial se acerca, se pone en cuclillas, es un hombre lo que está ahí tirado, prende su linterna y el sujeto se mueve.

-No me arreste oficial, no tengo casa me acaban de correr por deber cinco meses de renta, tampoco tengo trabajo, pero tengo que darles de comer a mis hijos, que están más al fondo, por favor, se lo suplico, no he hecho daño alguno. –Mientras dice eso se pone de rodillas y junta sus manos como si estuviera pidiéndole algo a un ser supremo.

-No te preocupes –Dijo el gendarme poniéndose de pie. –No te arrestaré, pero no duermas aquí mañana, sino el dueño de estos edificios se pondrá furiosos y probablemente te quiera hacer algo.

Mientras el policía se alejaba del desarrapado, éste le gritaba dándole las gracias. Apenas se hubo subido en su patrulla, cuando escuchó los gritos de una mujer pidiendo la presencia de los oficiales. El gendarme aceleró a fondo, llegó al lugar donde se oían los gritos. Bajó de su patrulla, vio a la dama que apuntaba con su vista a un objeto, el oficial se dirigió a ese lugar y pudo apreciar con la ayuda de su linterna el cuerpo de un hombre totalmente descuartizado, todas sus partes estaban amontonadas, pero lo extraño es que no había rastro alguno de sangre, sólo una cuanta y coagulada sobre las partes de aquel cuerpo que ya no tenía mucha forma.

Después de unas cuantas horas de espera, por fin llegó la policía pericial ha recoger el cuerpo y dictaminar que fue otra victima del mismo asesino. Todos los patrones se repetían: tenía marcas de que antes había sido torturado, murió poco a poco desangrado, finalmente lo descuartizaron y transportaron los restos a otro sitio, quizá lejano de donde lo habían matado.

La noche fue larga, la oscuridad parecía no tener fin alguno, hasta que los primeros rayos de luz ya iban desapareciendo las tinieblas, la calle en donde encontraron el cuerpo ya estaba limpia, y como siempre la policía seguía sin tener rastro alguno sobre la identidad del asesino. Las personas nuevamente se empiezan a reunir en la calle para hacer una manifestación pidiendo por la seguridad, reclamando que ya han pasado cinco meses desde que apareció aquel asesino y no tienen rastro alguno y ya van cuarenta muertos.

Inevitablemente la noche cae otra vez, la mayoría de las personas se encierran en su casa para evitar que sean las siguientes victimas, aunque no todas las personas se pueden esconder, existen otros que por su trabajo todavía andan rondando las calles hasta muy noche.

Entre ellas, una persona, que parece ser un visitante en esa parte de la ciudad, por que nadie de ahí lo había visto.

Este sujeto camina cabizbajo, solitario por aquellas calles de perdición, se detiene enfrente de una iglesia que lo impresiona, sus torres altas adornadas de forma barroca son lo que lo detienen, después contempla el enorme rosetón y sus bellos vitrales. No pudo evitarlo y se acercó poco a poca hasta estar frente a la puerta.

Tocó impaciente la puerta hasta que escuchó el ruido de unas pisadas quedas que se acercaban para abrirle. Primero se asoma una pequeña cabeza casi calva, los pocos cabellos que le crecían a los extremos era canos, su cara era de gente amable, llena de arrugas y tenía unos ojos abundantes de sabiduría:

-¿Qué se te ofrece hijo mío, por que llegas a estas horas de la noche a la iglesia que esta cerrada? –Tomó un poco de aire -¿Qué mal te aqueja que llegas tocando bruscamente la puerta de este santuario?

-¿Usted es el padre de esta iglesia?

-Si hijo... Pero dime que es lo que buscas.

-Siento mucho haberlo despertado padre, pero nunca había visto esta catedral... Bueno es que no soy de aquí, soy de un lugar lejano. Bueno vi la catedral y me llamo mucho la atención y me dieron muchas ganas de entrar para verla.

-Y ¿por qué no regresas mañana, así la vas a poder apreciar con claridad?

-Lo siento padre, pero es que soy muy impulsivo y no pensé en nada más que en entrar a ver; mañana no voy a poder venir, por que mañana en la mañana salgo a otro lado y en verdad me gustaría verla.

El primer pensamiento del padre fue cerrarle el portón e insistirle en que regresara otro día, pero al ser él un hombre santo, un siervo de Dios no pudo negarle la entrada al recinto, le sonrió y vio fijamente al joven que tenía en frente, después le hizo una señal con la cabeza para que pasara. Cuando hubo pasado el joven, el sacerdote cerró la gran puerta y le enseño la iglesia.

Éste muchacho se impresionó demasiado al ver tanta belleza le brillaron los ojos de la emoción.

El altar era enorme en el centro tenía a un Cristo crucificado con rayos dorados en los extremos, en las paredes para llegar al altar habían imágenes acerca de la vida de Jesús, desde que José y María lo tuvieron en un pequeño pesebre hasta su vía crucis y acaba en el momento de su resurrección. Las esquinas finamente adornadas con figuras doradas, bellas bóvedas.

-Es hermosa ¿no lo crees así hijo?

-Si padre, en verdad hermosa, nunca había entrado en una iglesia, la verdad es que no soy creyente.

-¡Dios Santo! –Exclamo el padre verdaderamente exaltado –Si no eres creyente entonces ¿por qué tanto interés en entrar a la casa de Dios?

-No lo sé, es lo mismo que me pregunto. –Dejó de apreciar la bóveda y volteó a ver al sacerdote. –Padre ¿en verdad si uno se confiesa, Dios perdona su alma?

-Por supuesto que sí hijo, Dios perdona, por su inmenso amor a todos siempre y cuando estén realmente arrepentidos por sus pecados y siempre acepta, aunque sea en los últimos momentos de su vida, a todas las personas que creen en Él.

-Entonces padre, puede escuchar mi confesión.

-¿No crees que es un poco noche para eso?

-No, para nada, es buen tiempo… Mañana podría morir, –sujetó al padre delicadamente por los hombros. –Por favor escúchela.

Dudó un instante hasta que respondió: De acuerdo hijo, esto es algo que no se lo puedo negar a nadie. Permíteme ir por mis cosas, mientras espera en el confesionario, no tardaré.

El joven se alegró y se dirigió al confesionario y lo espero de rodillas. Al poco instante llegó el padre para oírlo.

-Es mi primera vez que hago esto, no sé como empezar.

-No te preocupes hijo, yo sé perfectamente por lo que me dijiste hace unos instantes que nunca te has confesado. Simplemente dime tus pecados, te absolveré te diré tu penitencia, la cumples y listo Dios te ha perdonado.

-Está bien, pero antes de contarle mis pecados es preciso que le narre mi historia, para que me pueda comprender. ¿No hay problema?

-Claro que no, estoy para escucharte y perdonarte... y si puedo te daré consejos.

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Antes de cumplirlos me levantaba todas las mañanas a ordeñar las vacas, darles de comer tanto a ellas como a las gallinas y a los puercos, desayunaba y me iba a la escuela. Mi escuela era muy chica casi no habían alumnos, sólo unos cuantos de cada año. Yo era muy listo por que le ponía mucha atención a las clases, desde primero mis maestros me decían que si seguía así iba a poder tener un buen futuro y que dejaría de ser pobre a ser adinerado. Los ánimos que me daban los maestros me entusiasmaban mucho provocando que todas las mañanas me levantara con muchas ganas para aprender y vivir, amando a todas las personas... –Se calló unos momentos, para enjuagarse unas lagrimas que inútilmente trataba de ocultar. –Pero mis hermanos se ponían celosos, yo creó por que mis maestros que antes fueron de ellos, nunca les habían dicho lo que a mi me decían, empezaron a maltratarme, me daban fuertes golpes, me insultaban, pero eso no me importaba, por que los maestros, como ya le había dicho me apoyaban y también mi única hermana me ayudaba y me trataba de cuidar, me decía: cuando salgas de este rancho apestoso y te hagas de dinero recuerda que yo te quitaba de encima a tus hermanos abusones...

Cierto día mi papá sufrió un fuerte golpe en la cabeza que lo mantuvo inconsciente por largo tiempo, pero cuando despertó ya no era el mismo, no reaccionaba bien, parecía estar en otro mundo, se enojaba con mucha facilidad y hacía muchas estupideces. Un día en la noche me desperté por qué escuché un fuerte golpe, después escuche pasos que se dirigían a mi cuarto. De entre las sombras pude distinguir la silueta de mi padre, a los pocos momentos lo tenía encima, me tapó la boca y empezó a violarme, después me dio unos golpes y me puso junto a la ventana, vio mi cara y me dijo: ¿Por qué no eres vieja? No importa, sigo con fuerzas como para ir con tu hermana. Después me amarró a la cama. En poco tiempo, escuché que abrió la puerta del cuarto de mi hermana, después traté de no escuchar nada.

Esto comenzó a ser cada mes. Después de un tiempo mi hermana y yo le dijimos a mi mamá lo que nos hacía mi padre, pero ella no nos quería creer y nos castigaba, dándonos azotes y después nos ponía a hacer la limpieza, mientras ella se cuidaba sus golpes y lloraba.

Pasando unas semanas, mis hermanos en lugar de defendernos huyeron de casa y sólo nos quedamos mi hermana, mi mamá, el monstruo aquel y yo. Un día empezó a hacer esto cada dos semanas, pero lo cambiaba: Primero dejaba inconsciente a mi mamá, después se dirigía al cuarto de mi hermana, la traía a la fuerza al mío y nos obligaba a que tuviéramos relaciones entre nosotros, mientras tanto, nos golpeaba, ya más avanzada la relación el también se metía.

Después de tres años mi mamá se murió, al menos ya no teníamos a nadie que nos castigara, al año siguiente de la muerte de mi madre, en una de sus tantas violaciones mató a mi hermana, al enterarme, me llené de furia. Esperé a qué se durmiera, entré a su habitación sigilosamente, con una madera le golpe la cara varias veces y después lo castre para que ya no pudiera lastimar a nadie más.

Al medio año de eso, cuidando de los animales, recordé tristemente la muerte de mi hermana, otra vez entré con precaución a ese endemoniado cuarto, no sintió mi presencia, le pegue con violencia y mucha fuerza, el no podía defenderse, me suplicaba piedad, eso me enfurecía y lo golpeaba más fuerte, cuando ya no podía moverse lo puse de pie y lo amarré a la pared, a la cama, a lo que fuera con tal de que estuviera en pie, bajé por un cuchillo de la cocina, regresé a la alcoba y le empecé a hacer finísimas cortadas en puntos de dolor, después lo bañe en alcohol, lo dejé en paz, esperé varios días a que le cicatrizaran las cortadas, mientras, me encargaba de darle sólo lo necesario de comida, para que no se muriera de hambre. Una vez ya sanado de sus heridas, se las volví a abrir, pero ahora más profundas, cuando lo vi lleno en su sangre, sabía que era el momento de curarlo, pero ahora por otro método, tomé un poco de gasolina, la vertí en sus heridas y luego le prendí fuego, así lo hice con cada una de sus llagas, minuciosamente, varías veces le hice lo mismo, siempre sobre las mismas lesiones, no sé cuanto tiempo pasé haciéndole lo mismo, pero no me cansaba de hacerlo, siempre recordando a mi hermana y lo que nos había hecho. Cuando noté que su piel era amarillenta y que ya no iba a resistir más, lo maté haciéndole una profunda herida en el vientre, lo vi desangrándose poco a poco alrededor de dos horas y media, cuando estuvo seco, lo bajé y lo descuarticé.

Dormí una hora, después me levanté por que ya era hora de darles de comer a los tres cerdos que quedaban. Agarré lo que sobraba de esa bestia, lo lave y se lo di de comer a los cerdos, mientras ellos comían yo limpie la sangre, después me bañé y desayuné. Al lapso de unas horas lleve a mis cerdos al rancho vecino y me fui por siempre de ese lugar.

Estuve rondando en varias ciudades, hasta que llegué aquí, a esta enorme ciudad, pero después me fui a otra ciudad más pequeña, en donde conseguí trabajo. Trataba de olvidar todo lo que pasó en ese infernal rancho, pero no podía, aunque, lo que si pude hacer fue dejarlo indiferente de mí, de todas formas muchas noches me despertaba llorando por la muerte de mi hermana, deseaba que ella estuviera a mi lado, que viviera conmigo, pero ya no podía ser así, ella está muerta y no ahí remedio para eso.

Hace cinco meses y cuatro días, durante mi residencia en aquella ciudad, vi como un señor, un padre de familia desesperado, cansado de ser padre, comenzó a maltratar a su hijo, le pegaba duro y lo insultaba, simplemente por que el niño ya no podía caminar más rápido, le iba a volver a pegar, pero yo le detuve la mano diciéndole:

-“¿Pero qué diablos crees qué estás haciendo, pegándole así a un niño?”

-“Es mi hijo y yo sabré lo que haga con él” –Me miró muy enojando tratando de intimidarme. –“Ultimadamente a ti que te importa lo que le haga o no le haga”

-“Si le vuelves a poner una mano encima te arrepentirás”.

No dijo nada, simplemente, lo volvió a lastimar sin dejar de mirarme.

-“¿Y bien qué piensas hacer al respecto?”.

-“No quiero que tu hijo vea lo que te puedo hacer, así que sólo te diré que te arrepentirás de lo que acabas de hacer”.

Le di la espalda y seguí caminando, para fingir demencia y que no me viera que lo iba a seguir. Pero el me seguía gritando.

-“Para eso me gustabas, un cobarde más, huye, vamos huye y apártate de mi vista maldito animal”.

Me dejó de gritar cosas cuando me alejé de su rango visual, pero yo no le quité la vista de encima, tan siquiera ese ser despreciable dejó de golpear a su hijo. Yo lo seguí sin cansancio, si hubiera ido al fin del mundo hasta allá lo hubiera seguido. Los espié durante tres noches sin descanso alguno; al cuarto día me decidí, antes de que él entrara a su casa con mi mano izquierda le tape la boca y con la mano derecha le sujete la espalda, encontré su médula y le propiné un buen golpe, lo fui llevando por la oscuridad hasta donde había dejado mi automóvil, le pegué en el cuello para que se desmayara, luego al llegar a mi casa lo amarré de la misma forma en que amarre a mi padre, no le hice nada hasta que recobró el conocimiento.

-“¿Te acuerdas de mi infeliz?”

-“¿Quién eres?... ¿Quieres dinero?... Mi familia te pagará lo que quieras, pero déjame libre, te prometo que no te delataré, por favor tengo hijos.

-“Por ellos te tengo aquí, no quiero que les vuelvas a pegar, no tienes ni idea de lo que sufren, te dije que te ibas a arrepentir.”

-“Te recuerdo ahora, eres el sujeto que me dijo que no le pegara a mi hijo. Por favor, en ese momento estaba ofuscado, no sabía lo que hacía, perdóname y déjame en libertad, te prometo que no les volveré a pegar.”

-“No te creo, tu le pegas a tus hijos por todo, aunque no regreses del trabajo enojado o de la casa de tu amante”.

Ya no supo nada que decirme, lo pensaba poner en libertad, pero vino a mi mente la imagen de mi hermana y la cara de ese señor se convirtió en la cara de mi difunto padre, así que no pude aguantar más y lo empecé a golpear, me encantó escuchar sus gritos de dolor y de piedad y los que sacaba pidiendo ayuda, pero afortunadamente mi casa estaba muy apartada de las demás y nadie podía escucharlo.

De un momento a otro, la razón entró en mi y me percaté de que no era a mi padre a quien golpeaba sino a ese sujeto, no sabía que hacer, no quería matarlo, pero si lo dejaba vivir sabía que me iba a denunciar, pensé en mi hermana y en todos lo niños que han pasado situaciones como las nuestras y lo maté, dejando que se desangrará por el estomago, justo como le di fin a mi padre. También gocé verlo desangrarse, pero el aguantó más, unas cuatro horas más o menos, que es lo promedio, al termino de eso, lo moví hacía donde no había sangre y lo descuartice, limpie el charco de ese liquido obscuro, me llevé el cuerpo a mi coche y conduje.

No sabía a donde ir y me acorde de esta gran ciudad y ahí dejé el cuerpo en una callejuela oscura.

Mi tercer víctima fue una señora que no creía en lo que su hijo le decía y lo golpeaba según ella por mentiroso, investigué y el niño le hablaba con la verdad, por tal motivo decidí que tenía que morir para que así no molestara a nadie más.

Mi cuarta víctima fue un padrote pedófilo, que aparte de tener relaciones con su trabajadora de trece años, la golpeaba sino lo complacía haciendo lo que él quería. A parte de la muerte de mi padre, la de este sujeto fue la segunda que más he disfrutado, después de él todas las muertes me son iguales.

A este pedófilo, primero le enseñe que las relaciones con violencia son malas, lo castré, lo que le quité se lo puse en el ano para que sintiera lo que su trabajadora siente y en especial cuando lo hace con violencia. En la herida que le quedó le prendí fuego, sin gasolina, por tal motivo me costó un poco de trabajo que se quemara, repetí las múltiples cortadas, igual a las de mi padre, se las curé con alcohol, también le pegué y le di de comer, así estuve con el dos días, al tercero hice mi clásico ritual de desangramiento, pero esta vez no quité el cuchillo de su estomago, se lo dejé incrustado, e inevitablemente agonizo dos horas más que los demás, mientras seguía colgado lo empecé a desmembrar, primero le cercené la cabeza, después los brazos, a continuación partí el tórax en varios pedazos y continué así con el resto del cuerpo hasta reducirlo en pequeñas partes. Todo lo llevé a la regadera, donde le di su último baño al desgraciado y después lo fui a dejar por ahí.

De esa forma seguí con las demás cuarenta y un víctimas. Los policías piensan que sólo son cuarenta, pero no tienen idea de la muerte de mi padre, de mi primer asesinato y tampoco tienen idea de quien ha hecho esto. Me llaman asesino serial, loco, despiadado, pero en verdad soy un héroe. A cuantos niños he salvado de seguir siendo lastimados, de la injusticia que sus padres les hacen, yo los defiendo por que son muy chicos como para poder hacerlo por si mismos, soy un héroe, un salvador, no un demente.

Tanto me han llamado loco, asesino, y muchos otros adjetivos, que están a punto de desquiciarme verdaderamente. –Se detuvo para agarrase la cabeza y después golpeo fuertemente en donde estaba arrodillado. –No estoy loco padre, usted dígame ¿en verdad cree que una persona demente podría haber planeado y espiado a sus víctimas como lo hice yo? No lo creo, un loco nunca hubiera planeado ni espiado, ni entrar sigilosamente a un cuarto, como lo hice yo, ni dejar rastro alguno para que den conmigo, si estuviera loco ya me hubieran cachado, ya me hubieran arrestado, si estuviera loco, ni siquiera me daría cuenta de lo que pasa a mi alrededor, pero me entero a la perfección de lo que pasa y sé esconderme para poder proteger más niños de las injusticias que viven.

Soy un héroe con perfecto equilibrio mental, no un asesino serial demente. ¿O usted cree lo contrario padre?>>

El sacerdote no contestó nada, no podía creer lo que acababa de escuchar, que tenía enfrente de él a un homicida insano y que si no lo tenía en paz en cualquier momento podría matarlo.

-¿Me cree loco padre?

-No hijo mío, no lo creo, –se detuvo para limpiarse el frío sudor que le pasaba en la frente. –Pienso que tú tienes toda la razón, eres un héroe con perfecta salud mental.

-Gracias padre, ya lo sabía.

-¿Pero por que viniste aquí, a relatar tu vida sino quieres que nadie lo sepa para que no te atrape la policía?

-Vine aquí por que sé que el secreto de confesión es muy importante y sé que usted no va a decir nada, pero a la vez quería que alguien supiera de mis actos heroicos sin que me delatara y creo que vine al lugar indicado, ahora que celebro mi víctima cuarenta y uno. No quiero morir sin que alguien sepa de mis hazañas.

-Ve tranquilo, que yo no diré nada, esto es secreto de confesión.

El asesino se puso de pie y se disponía a partir, pero antes le dijo al cura:

-Padre, si me atrapan los oficiales por que me empezaron a investigar, sabré que usted dijo algo y me tendré que vengar, aunque me duela.

Le dio la espalda, sabía que aunque el cura no le respondió, éste había entendido con claridad su sutil amenaza.

Mientras abría la puerta de la catedral para irse, los primeros rayos del alba entraban por los vitrales y el enorme rosetón, alumbrando la iglesia majestuosamente. Antes de salir de catedral le dio una última ojeada.

-Magnífico, no hay cosa más bella. –Para su interior –Sólo se compara con mis actos heroicos llenos de valentía.

Después se retiro poco a poco, mientras el cura seguía sentado en el confesionario, recapacitando en lo que le contó el asesino.

domingo, 25 de octubre de 2009

Bautismo

BAUTISMO

-Esta noche es algo distinta, lo siento en el ambiente: es enfermizo, frío, vacío, violento.

El vapor que emana de las coladeras se eleva poco a poco con caprichosos movimientos que oscilan de un lado a otro, llevándose el mínimo calor que podría aumentarle la temperatura a un humano, un simple y perecedero humano.

Las construcciones cercanas y las calles empedradas provocan que los sonidos ocasionados por pisadas se pierdan en el eco, sin dejarnos rastro alguno de dónde fue su origen. Las mórbidas luces del alumbrado público se van desvaneciendo ante la profunda oscuridad de la noche, la vista de un simple humano no podría ver nada, ni reconocer seres vivientes del bien o del mal.

-Siento que está noche moriré.

-¿Qué diablos te pasa, cómo lo sabes?

-No lo sé, sólo lo siento. Es algo que no puedo explicar.

-Has estado muy extraña desde hace unos días. ¿Tu muerte es lo qué te preocupa?

-No es mi muerte lo que me preocupa, es algo que va más allá de fenecer, una vida después de eso, una vida de condenado… una vida más allá de… la comprensión humana.

-Créeme que no entiendo nada de lo que dices.

-No sé cómo explicarlo.

-Será mejor que te olvides de eso y duermas.

-No lo puedo hacer, pienso en cómo podría seguir viviendo sin ti, ya que, a la muerte de nuestros padres tú me has protegido y cuidado de todo lo que puedes.

-Deja de pensar en eso, no creo que hoy mueras.

-Mi muerte no me preocupa, me angustia la tuya.

-¿Qué estas diciendo, cómo que la mía?

-…

En medio de tal oscuridad los movimientos ondulatorios de una gabardina con doble forro negro y rojo, se aprecian y avanzan rápidamente, pareciera que quiere huir o que va a llegar tarde a un lugar.

Este sujeto se detiene bajo una de las farolas, cuya luz aún no se ha extinguido, prende un cigarrillo permitiendo ver sus vestimentas: una camisa blanca con holanes en las mangas y alrededor de los botones; una gabardina roja por dentro, negra por fuera, abotonada sólo hasta el esternón, un pantalón liso y negro, unos botines oscuros y finalmente un finísimo sombrero de copa del mismo color. Sus blancas manos se pierden entre el color de la camisa. Levanta la cara después de haber prendido su cigarrillo, exhala el aire de sus pulmones y una espesa bocanada se eleva, vuelve a inhalar, su cara es totalmente pálida, unos delgados labios rojos sobresalen de su espeluznante blancura, poseedor de unos ojos grises y cabellos rubios.

-¿Por qué no contestas, me empiezo a enfurecer?

-…

-¿Acaso piensas asesinarme?

-…

-Contéstame maldita sea, tu silencio me está matando.

-...

El sujeto volvió a respirar el humo y se retiró rápidamente, volteando a todas partes, pareciera que el no necesita de mucha luz para poder ver.

El cielo está lleno de espesas nubes, amenazando con llover en muy poco tiempo; ellas no permiten que se asome ninguna luz lunar ni mucho menos el brillo de una estrella.

El sujeto aprecia esto, parece recordar algo y deja de caminar a ese paso. Lentamente llega hasta el portal de una casa que todavía tiene una luz prendida.

-Será mejor que apague la luz.

-No sin antes contestarme.

-Perdóname.

-¿De qué esperas que te perdone?

-…

La luz de aquella casa dejó de brillar y a la vez las voces de aquellas personas no se escuchaban más. Ambos tenían una tétrica paz, pero su sueño los iba a consolar.

El cielo se prendía momentáneamente con gran estruendo, brillantes rayos iluminaban el firmamento y pronto comenzaron a caer las primeras gotas de una tormenta.

-Miriam… déjame entrar.

Un balcón que da a la calle empezó a abrirse lentamente, tratando de ocultar el rechinido de las bisagras oxidadas. El sujeto, más rápido que un humano, llego al balcón de un solo brinco y pudo penetrar en la habitación sin ningún problema.

-¿Estás lista para esto?

-Si… No… no quiero dejarlo sólo después de todo lo que él ha hecho por mí.

-No te arrepientas, no lo vas a dejar sólo.

-¿Va a sufrir?

-No.

Este sujeto se acercó poco a poco a ella, la tomó con sus dos manos por la cintura, las subió por los costados hasta llegar a su cuello, ahí se detuvo, lo acaricio dulcemente, ella no oponía resistencia, se acercó a él y lo abrazó. Se detuvo, volvió a subir sus manos hasta llegar a los cachetes, la vio fijamente a los ojos, ella se estremeció un poco, él doblo cuidadosamente el cuello de ella, acerco sus rojizos labios, primero la besó, después abrió su boca presumiendo su clara dentadura, de la cual los colmillos caninos fueron creciendo y se incrustaron en el hermoso y terso cuello.

Miriam dejo escapar un pequeño grito que se fue ahogando conforme el vampiro tomaba de su sangre. Ella sentía morirse que su vida se escapa por sus venas, a cada trago perdía vitalidad, pero antes de fallecer, el engendro se detuvo, la acostó en su cama, sacó una pequeña navaja de su bolsa y se cortó la muñeca.

El líquido brotaba más fuerte que de lo normal, quizá por la sangre de los que ha matado para vivir, levantó la cabeza de Miriam y coloco su sangrante brazo cerca de su nariz, para que ella lo oliera. Abrió abruptamente sus ojos, abrazó esa extremidad con todas las fuerzas que le quedaba y bebió de él sin cansarse. Conforme bebía sus fuerzas regresaban y sobrepasaban sus límites de humana. Tomaba pequeñas pausas para respirar agitada y llena de placer, pero no se alejaba de aquel brazo; parte de la sangre que tomaba se salía por las orillas de su boca, pero no se cansaba.

-Detente, deten…te, para… alto.

El vampiro puso su mano sobre la frente de Miriam y aventó su cabeza mientras retiraba su brazo.

-Quiero seguir bebiendo, tengo hambre, aliméntame.

-Te voy a dar de comer, pero no de mi sangre, si hubieras seguido tomando me matas.

El nuevo padre rompió la sabana y se la amarro en la herida, después volvió a verla.

-¡Nunca volverás a tomar sangre de mi!, ya te di el bautismo del vampiro, no volverás a tomar de mi. ¿Sigues con hambre?

-Si, no la puedo saciar.

-De acuerdo sígueme, preparé algo para ti.

Los dos vampiros salieron de aquel cuarto y se encaminaron a la habitación contigua, donde dormía tranquilamente el hermano.

-Demuéstrame tu lealtad y bebe su sangre.

-No sé si me atreva, no quiero hacerlo.

-Tienes que hacerlo. Piénsalo, apenas eres vampiro y necesitas de mis enseñanzas, tu sola morirías mañana mismo, así que si no bebes de él te dejaré sin importarme ya lo que sea de ti. ¿Entendiste?... Como pude crearte, puedo matarte.

-Si. Nada más dame un poco de tiempo.

El vampiro la dejó enfrente de su hermano y se fue a sentar en una silla para observar lo que ella hiciera.

Miriam veía fijamente a su hermano que aún dormía, lo contemplaba y en silencio le daba las gracias por todo lo que el había hecho por ella y al mismo tiempo le pedía perdón por todo lo que le hizo en su vida de humana y por lo que iba a hacer ahora.

Se acercó sigilosamente, abrió su boca sacando sus colmillos y dio la inevitable mordida con la cual ella viviría pero su hermano moriría. Él abrió sus ojos a causa del dolor, intentaba ver y quitarse de encima a su agresora, pero su escasa fuerza de humano no le ayudaba.

-Perdóname…

-Miriam.

Su boca alcanzó a pronunciar ese nombre, su última palabra antes de morir, mientras el vampiro parado atrás de Miriam disfrutaba ver esta escena.

-Ya eres una más de mi especie y mostraste tu lealtad, te felicito, deja el cadáver, si tomas sangre de alguien que ya murió te hará daño, salgamos de aquí.

Mientras los dos vampiros se alejaban del cuarto del nacimiento y de la muerte, la lluvia llegó a su apogeo, inundando las calles.

domingo, 18 de octubre de 2009

EL TÚNEL

Para aquellas personas que no sepan que es el túnel, solo comentaré que es un libro, una novela corta, de un escritor argentino llamado Ernesto Sábato.

Seguramente se han de preguntar: a mí de qué me sirve saber eso. Pues bien, si no se lo preguntaron de nada les va a servir leer lo siguiente, pero si sí o simplemente tiene curiosidad, les responderé.

Curiosamente les responderé con una pregunta ¿alguna vez han tenido la sensación de llegar a la locura, han cometido actos graves estando bajo la influencia de una terrible soledad, se han sentido obsesionados con alguna persona, sea quien sea, han querido vengarse del mundo y de las personas que los rodean por tener una extraña sensación de que todos los agreden?

Si se han sentido así, les recomiendo mucho, leer el libro y que vayan a pedir ayuda con un profesional para que no realicen lo que hizo el personaje principal de esta maravillosa obra.

Si no, solo imagínense lo siguiente: están en su trabajo sea lo que sea y dan todo lo suyo por hacerlo a la perfección, pero, hay un pequeño detalle en el que se esmeran muchísimo más aunque sea muy pequeño, pero ninguna persona se percata de ese mínimo detalle tan importante en tu trabajo, solo una mujer se da cuenta de esa magnificencia y crees que es la única persona en el mundo que te comprende.

Te obsesionas con aquella persona y quieres defender tu amor a capa y espada sin tomar importancia de nada ni de nadie, el único móvil que hay en tu mente retorcida es llegar a ella aunque existan muchos obstáculos, entre los cuales destaca el hecho de ella ya está casada.

Lo anterior fue una pequeña introducción acerca del libro yo les recomiendo mucho leer ese libro, porque es una de las mejores obras hispanoamericanas que existe. Esto es porque todos sus personajes están bien realizados, no hay ni uno que sobre y el nivel de verosimilidad es muy alto, porque el autor sabe enredarte en una atmósfera en la que sabes que todo lo que haga el personaje principal es cierto y puedes uno llegar a creer o pensar casi lo mismo que el.

Yo espero que con lo anterior se decidan y en vez de estar viendo que se encuentran en internet, yo les aconsejo que consigan el libro y lo lean realmente para que puedan entender la personalidad, tanto, del personaje principal como de los demás personajes.

El Túnel de Ernesto Sábato es literatura que uno no puede pasar por alto y dejar de leerlo, porque verdaderamente es muy bueno y los personajes están bien realizados, así que no pierdan el tiempo y léanlo, no se arrepentirán.

domingo, 4 de octubre de 2009

EL ARMARIO

En esta ocasión, me doy el permiso de publicar un cuento que escribí hace unos dos años aproximadamente, espero les guste

EL ARMARIO

-¿Has escuchado ese ruido? –dijo el infante apenas en susurro abrazando fuertemente el brazo del adulto.

-Sí, lo oigo con claridad, siento que su respiración suena en mi cabeza. –Le contestó Ramón.

Los pasos de aquella criatura se aproximaban poco a poco hacia el armario en donde estaban escondidos. La criatura se movía de un lado a otro impacientemente buscando a sus presas, pero no podía encontrar nada, así que empezó a olfatear y a escuchar con mucho cuidado.

Ramón y Arturo trataban de no moverse ni respirar para que esa cosa no los pudiese encontrar. Por un diminuto orificio del armario, Ramón podía observar lo que hacia el engendro sin que él lo pudiera ver. Para el engendro, el armario sólo era una parte de la casa, no podía apreciar lo que tenía enfrente, gracias a que los papas de Arturo años atrás tapizaron ese cuarto del mismo color y forma con las puertas del armario.

La criatura, con más que intentaba no podía encontrarlos y poco a poco se retiraba de aquella habitación, permitiendo que sus habitantes pudieran respirar con mayor facilidad.

-Parece que ya se va. –Susurró Ramón.

-Déjame ver por el hoyo, no sé que es lo que pasa.

-No lo creo conveniente, no te muevas o nos escuchará.

-Si ya no está no nos podrá escuchar y nos podemos ir, vamos que esperas abre la puerta.

-¡No! –exclamo Ramón en tono de mando para que aquel niño lo obedeciera. –Tenemos que esperar a estar seguros que ya no está, sino nos arriesgaremos mucho y yo no quiere morir, tengo familia que depende de mí y no quiero terminar como tus... –calló meditando en lo que estuvo a punto de decir.

- ¿Qué? no te oí ¿qué dijiste?

-Olvídalo, nada importante.

Nuevamente llegó a ellos otro momento de silencio, los dos trataban de escuchar algún ruido en su alrededor, esperando el momento oportuno de salida, aunque, llegó un momento en el que Ramón deja de escuchar y se sumergió en sus pensamientos.

-Maldición, no se por que me tenía que meter a está casa, sus gritos de ayuda no eran algo de mi incumbencia, y por eso ahora voy a morir sino cuido de mí. A lo mejor si no hubiera visto a esa silueta salir corriendo no hubiera entrado. Nunca creí que una criatura de ese tipo se pudiera llenar de tanta rabia, a atacar con tal violencia. Jamás me hubiera imaginada poder ver algo así: sangre regada por todas partes, extremidades cercenadas, cabezas con caras de sufrimiento, de horror, de temor; las pupilas dilatadas, esos ojos llenos de venas enrojecidas, por lo que sufrieron; lagrimas secas en las mejillas; caras deformes, carcomidas envueltas en sangre; vísceras en todas partes: en el piso, la mesa, escurriéndose por las ventanas; con marcas de mordidas. Si en ese momento me hubiera ido ahora estaría en casa, con mis hijos, más tarde mi esposa me consolaría por los gritos que escuche, hubiera llamado a la policía, ¡pero no!, ¡estoy aquí!, con la muerte a unos pasos de mí, esperándome allá afuera del armario, sin miedo de matar a otra persona. ¿Por qué no me fui? Por buscar sobrevivientes, ahora tengo que estar lidiando con un niño voluntarioso y consentido, que con su conducta, lo único que va a lograr es que nos maten a los dos, no quiero morir, necesito vivir. ¡Señor ayúdame por favor! No me dejes morir aquí, tengo que vivir, no me abandones ahora, te necesito demasiado. Por favor...

Un llanto ahogado interrumpió su pensamiento, su sufrimiento de saber que va a morir y que su Señor ya no lo escucha por haber pecado.

Aprovecha para secar el frío sudor que brota de su frente y concentrarse en lo que debe de hacer.

-Oye...mmm...mmm...mmm

Los pasos de la criatura nuevamente se acercaron, pero ahora más ruidosos y dispuestos a encontrar a los que faltaban, entra al cuarto, pone sus manos sobre su cabeza, voltea de un lado a otro y golpea la pared que da al pasillo del cuarto, una y otra vez, sin sentir dolor, brinca, emite un sonido, parecido a un chillido o un aullido, voltea a otra pared y también la golpea, vuelve a emitir ese sonido y a saltar, quedando de frente al armario, golpea la pared junto al mueble, estiró sus brazos y volvió a golpear y a emitir ese aterrador sonido, por lo cual no se percató del cambio de sonido entre la pared y la madera. Dejó de golpear y brinco emitiendo ese gemido, lamento o aullido, al caer al piso se dejó desplomar en él y terminar acostado

-¿Qué pasa?

-No sé, se acostó en el piso.

El pequeño no sabía que hacer, estaba espantado por los golpes, pero al enterarse que el engendro se tendió en el piso, echó a reír, pero afortunadamente Ramón alcanzó a ahogar esa risa delatadora.

La criatura se puso de pie y se sentó en la cama viendo fijamente el espacio donde debe de ir el armario y alcanzó a ver lo que para él era un punto negro, pero en verdad era el agujero por donde veía Ramón.

Poco a poco, la cosa se aproximaba a esa abertura, y Ramón tapaba con más fuerza la boca de Arturo, pero, sin apartar el ojo de la rendija. Cuando la criatura estuvo a sólo unos cuantos paso del agujero, Ramón instintivamente aparto su ojo de ahí, colocando su dedo índice para que la criatura no pudiera ver lo que pasaba dentro del armario.

Al llegar el engendro al hueco puso su ojo para poder ver, pero no aprecio nada y con el tacto alcanzó a sentir el dedo y la madera, notando que, había algo extraño en ese lugar, así que olfateó, hasta que pudo percibir algo distinto que le provoco duda y que abriera más sus endemoniados ojos.

El sudor que escurría por la mano que tapaba la boca de Arturo, provocó que éste sintiera frío y asco por tal motivo se desprendió de la mano de Ramón, se disponía a ponerse de pie, pero el adulto que lo cuidaba lo jalo hacia él metiendo la cabeza del niño en sus costillas para tapar sus gritos.

El engendro notó que había alguien escondido e intentó abrir la puerta haciendo su voluminoso cuerpo hacía atrás y dejándose golpear contra la puerta fuertemente. Ramón colocó su espalda en la pared y sus piernas en la puerta para que la criatura no pudiera abrirla.

Al notar la criatura que no podía abrir de esa forma el armario, se retiró aparentemente derrotado. Ramón tuvo oportunidad de descansar.

-Creo que no va a regresar –susurró el pequeño poniendo la cabeza en alto.

-No estoy seguro, escucha con atención...

-No oigo nada, ya hay que irnos de aquí. –Replicó el niño subiendo cada vez más el volumen de su voz.

-No, nos quedamos y será mejor que me obedezcas... y no escuchas nada por que no te puedes quedar callado.

En los cuartos del piso inferior la criatura buscaba algo con que poder abrir esa puerta y acabar con las dos vidas de los que se esconden.

El ruido que hacía se escuchaba en las casas contiguas, pero los hogares que construyó el gobierno están en muy mal estado y en cualquier momento se pueden desplomar, así que la mayoría de los dueños optaron por irse, los pocos que quedaban, sus casas estaban muy lejos unos de otros.

-¿Crees que pueda abrir la puerta? –Exclamó el niño con mucho temor.

-No lo sé.

-¿Y qué vamos a hacer?

-Tengo una idea...

El engendro mientras hacía ruido para sacar la herramienta adecuada para abrir la puerta, alcanzó a escuchar un pequeño sonido. No sabía si ese sonido en verdad lo escuchó o sólo estaba en su mente. Pronto lo iba a saber, encontró un martillo con el cual podría romper fácilmente la puerta.

Despacio, pero muy despacio la criatura avanzaba por la estancia, las escaleras y el pasillo hasta llegar al cuarto de Arturo. Esbozó una macabra sonrisa, hizo sus brazos hacia atrás y los impulso hacia delante dejando caer el martillo sobre las puertas de madera del armario.

Al escuchar el golpe Arturo se aferró fuertemente al brazo de Ramón e intentaba meter su cara en el bíceps del mismo, para así tratar de callar su llanto. Mientras tanto el adulto se metía más y más a la pared, tratando de no gritar cuando la madera se estremecía.

La criatura golpeaba la madera sin cansarse, hasta que por fin pudo romperla lo suficiente para retirarla con su brazo. Con sus manos agarró una parte rota de la puerta y la jaló a él para retirarla.

Arturo y Ramón se escondían entre la ropa guardada, espantados por lo que oían.

La criatura saboreaba sus siguientes asesinatos, ya sentía la tibia sangre escurrir en sus manos, bañarse en el líquido vital de las partes mutiladas. Cuando al fin abrió por completo el armario...

-¡Ahhhhhhhhhh!

Arturo y Ramón se taparon sus orejas, los agudos gritos del engendro taladraban sus cerebros, sentían que ellos también iban a gritar para sacar el aterrador sonido que escuchaban, pero ambos se aguantaron esas ganas.

Mientras la criatura terminaba de romper el armario, los sobrevivientes susurraban entre ellos:

-Fue buena idea habernos escondido en otro armario. –Dijo el pequeño agradeciendo la audacia de su compañero.

-Si ya lo creo. Si no nos hubiéramos ido de ahí ahora seríamos cadáveres.

-Oye... –Se detuvo para tragar saliva. – ¿sabes qué le paso a mis padres?

-¿No lo sabes?

-No. ¿Están vivos?

-¿Pues qué estuviste haciendo que no te diste cuenta?

-Estaba en mi cuarto, a punto de agarrar unos juguetes y ponerme a jugar. Escuche gritos y golpes me asusté y me escondí debajo de la cama.

Bueno... cuando... –Se detuvo y suspiró para tomar valor para decirle lo que paso –Yo siempre camino por esta calle de regreso de trabajar, normalmente dos horas antes que hoy, pero me quede a trabajar horas extras, y cuando estuve a unos metros de tu casa, había escuchado gritos y al pasar enfrente de tu casa me imagine que esos gritos provenían de aquí, te confieso que no hubiera entrado, a no ser, que vi una silueta salir corriendo, decidí entrar y averiguar que estaba ocurriendo. Al entrar vi muertos en el piso, mi primer reacción fue de huir, pero mi mente me decía que buscará sobrevivientes, vi a la criatura en la cocina husmeando, me dio desconfianza, subí y te encontré.

-¿Y de los muertos que viste, eran mis padres?

-No lo sé.

-¿Cómo eran?

-No los pude distinguir.

-¿Por qué no?

-...

-Contéstame. –Nuevamente subió el tono de su voz.

-Cállate, nos va a descubrir.

Los dos quedaron callados, ni uno ni otro se atrevía a hablar. Eso les ayudó a escuchar que la criatura estaba destruyendo los armarios de los demás cuartos.

-¿Y la silueta que viste?

-Estaba muy oscuro. Sólo sé que era un hombre, gordo y de baja estatura.

-Ah. Creo que era mi primo él siempre ha sido cobarde.

-Escucha eso, esta rompiendo todos los armarios, tenemos que huir mientras el hace ruido.

Ambos se pusieron de pie. Ramón abrió el armario poco a poco, asomó la cabeza, dio un rápido vistazo y salió, dándole la mano al niño, caminaron y se apoyaron en la pared a un costado de la puerta, esperaron un ruido fuerte. Este llegó y corrieron sin hacer ruido hacia las escaleras.

El infante se deslizó sobre el ensangrentado pasamano hasta llegar al piso. Ramón intento bajar las escaleras lo más rápido que pudo. En su carrera se resbaló con una marca de sangre impregnada en el escalón, cayó estrepitosamente, rodando por todos los escalones.

Arturo lo intentaba levantar pero no podía. El engendro al escuchar la caída se dirigió a las escaleras. Se alegro demasiado al ver a los dos sobrevivientes al filo de las escaleras y se lanzo sobre ellos, bajando de dos en dos los escalones.

Por la oscuridad, Ramón nada más distinguía las garras retractiles del engendro, las mismas con las que pudo cercenar a sus antiguas víctimas.

Por medio de la angustia se pudo levantar y caminar cojeando. Cuando estaban cerca de la puerta, la criatura saltó sobre él, derribándolo, después le propino un certero golpe al frágil niño, cortándole las venas del cuello, el chorro de sangre brotó al instante, esparciéndose por toda la puerta.

Antes de detenerse a destripar al niño, el engendro fue en busca de Ramón. Pudo saber donde estaba por que él al cojear hacía mucho ruido. Cuando lo tuvo enfrente sonrió presumiendo sus blancos colmillos que resaltaban en la oscuridad.

Ramón se paralizo del miedo y no pudo defenderse, sólo recibía los zarpazos otorgados por el engendro, el sudor que lo empapaba a él y a su ropa, paso de ser frío y ligero a ser tibio y espeso, a cada cortada que recibía se hacía más y más espeso.

No podía defenderse sólo pensar.

-Si no hubiera visto esa silueta corriendo, estaría con mi familia y no muriendo.